Fui marinero y de los buenos. Le dimos la vuelta al mundo. Recuerdo que siempre me gustó el mar. De pequeño hacía veleros con mis manos. 

Se llamaba Canaima, el velero donde recorrí el mundo… Llegamos lejos con ese barco. Lo compramos entre varios de los compañeros. Hubo que dejarlo después, lo liquidamos, estaba podrido. Quedó en el recuerdo, pero cumplió su meta. Nunca trabajé en otra cosa. Siempre fue el mar. De pequeño tenía barcos de juguete. Mi papá no hacía barcos ni le gustaba el océano, pero siempre que yo salía con mi tía visitábamos la playa.

Ya no tengo mucha memoria… Pero sé que he ido al mar y me gusta mucho. Cuando voy soy feliz. Es diferente el sonido en la orilla que en el mar abierto. Sin embargo, cuando uno está navegando hay mucho ruido, por la máquina. Yo era el jefe de máquinas. Aunque la vuelta al mundo la dimos con un velero. Dos años, día y noche, estuvimos metidos ahí. Éramos solo cuatro personas. Desde que entré en la escuela náutica tuve la obsesión de hacer ese viaje. Todos ahorramos mucho. Había que aprovechar que estábamos solteros: “después de que nos agarren ya no lo podremos hacer”, decíamos. Salimos en febrero de 1964 de La Guaira y llegamos en diciembre de 1966.

Aparte del mar no había otro sueño en mi vida, estaba muy claro desde pequeño. Siento que hice lo que quería hacer, cumplimos la misión. Tengo 80 años y estoy contento con lo que hice. Cumplí mis sueños. Siempre estuve tranquilo frente al océano, no me daban miedo las tormentas, a pesar de que hubo momentos de peligro. Como cuando aquel barco se dio la vuelta en Nueva York, o cuando estuvimos navegando en Hong Kong y de bromita nos escapamos del tifón que venía por el mar. Y la calma chicha... cuando estaba de guardia en el Canaima y el lomo de la ballena chocó contra la madera… Llevábamos cinco noches y vi como se levantó. Se rascó con el barco. Era una ballena enorme. No me asusté porque ya sabía qué era. Hacíamos guardias dobles, estaba oscuro pero se veía. Yo iba timoneando. El otro sí iba asustado porque no dijo nada. Eso fue en medio del Pacífico, cuando salió por el otro lado fue que se dieron cuenta... Y en Australia, en el mar de Java cuando nos ametrallaron por los problemas en el estrecho de Suez y por atravesarnos en una línea de fuego… Nos echaron plomo, pero no eran piratas. Era por la guerra… Ya he olvidado mucho de tantas aventuras y viajes, Imelda, gracias por ayudarme a refrescar la memoria…

Me gusta todo lo que representa libertad, por eso quisiera volar como un ave. Sin embargo, si pudiera transformarme en algo, me convertiría en una ballena. Una ballena que asuste a marineros en días de velas, viento y sueños.

Escritura:
Camila Lessire
Fotografía:
Astrid Hernández
Lugar:
Los Palos Grandes, Caracas
Fecha:
6.6.2017
Me gusta todo lo que representa libertad, por eso quisiera volar como un ave. Sin embargo, si pudiera transformarme en algo, me convertiría en una ballena.
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