Mi abuelo tenía empresas agropecuarias y todas se llamaban “Payro”, por la unión de Pablo y Roberto, su hijo menor y él. Mi empresa lleva ese mismo nombre en homenaje a él. Fue el artífice de lo que soy, le proporcionó el bienestar a toda mi familia, era un toro incansable. Así quiero ser yo.

No hay nada más fácil que recibir un cheque “quince y último”, pero cuando te das cuenta de que necesitas más, y no hablo de dinero, sino de independencia, algo te dice: “estás en lo correcto, por qué no te lanzas”. Entonces, entendí que ese era mi camino, y fue gracias a mi esposa. Ella es mi motor. Porque llega un momento en el que me pongo barreras, y ella es esa fuerza que me lleva a saltarlas. La llegada de mi hija, hace un año, también marcó un antes y un después. El amor que siento por mi esposa me colma y me guía, pero lo que siento por mi hija no lo puedo poner en palabras, es indescriptible. De Fernanda, mi esposa, siempre tengo presente ese: dale que tú puedes. De Abril, mi hija, me inspira el: hazlo, no tienes opción. 

Mis días más felices son cuando me aprueban proyectos, o llego a casa y veo a mi hija. Y puedo compartir en paz con mi familia, sin problemas dándome vueltas en la cabeza. 

En mi primer trabajo solo, no tenía ni logo, ni empresa. Me dijeron de alguien que buscaba un trabajo en vidrio y yo me ofrecí a realizar una oferta acorde a sus demandas. El día que ese señor me iba a pagar me dijo: “te busqué y no tienes empresa registrada, ni nada que te avale. Si te doy la plata, tú te puedes desaparecer, y yo no tendría forma de dar contigo”. Lo único que hice fue darle el teléfono de mi casa y decirle, “bueno, si usted quiere, me llama”. Me contestó: “tú tienes cara de buen muchacho”, y me soltó la plata.

Le vendo a gente que ya ha visualizado los espacios en los que quiere vivir o trabajar. Payro Glass es un grupo de gente comprometida que se enfoca, de la manera más real posible, en concretar esa visión que nos trae el cliente. Construyo relaciones, empiezo conociendo un diseñador y termino encontrando a una persona que le echó pichón igual que yo. Arquitectos con los que comencé peleando, se vuelven mis amigos. Soy mucho más que una persona que vendió y se fue. En la construcción si no trabajas en equipo tarde o temprano se agrietan las paredes. 

Yo quiero que el resultado de mi trabajo sea lo que ofrecí al comienzo. Aquí todo el mundo vende lo que sea, importa y vende, compra y vende. Yo ofrezco un servicio. Me enamoro de la obra del cliente. De hecho, mi casa es la consecuencia de todo lo que he visto en los proyectos de mis clientes.

La realización es alcanzar las metas que te has fijado a lo largo de la vida, perseverar y seguir intentándolo. Por ahora solo hay ambición y ganas de seguir. De siempre buscar un trabajo y un reto más grande. Eso, y los clientes que confiaron en mí, de una forma en que yo mismo no lo hacía, han sido las semillas que con el tiempo dieron fruto. Es un proceso que te lleva hasta donde estás. Yo creo que soy una muestra de lo que debería ser el país. Gente ayudando a otra. Dando buen servicio.

Escritura:
Mariana Maneiro
Fotografía:
Luis Rodríguez
Lugar:
Cumbres de Curumo
Fecha:
29.11.2017
En la construcción si no trabajas en equipo tarde o temprano se agrietan las paredes.
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