Cuando comencé en este deporte entrenaba de lunes a lunes, era una motivación muy grande para mí. Pero hubo una etapa trascendental en mi vida, allí supe que no podía vivir sin hacer judo, que esto era mi pasión. 

Primero, a los 13 años sufrí una lesión, y el médico me decía, o te operamos y dejas de competir o sigues así y dejarás de hacer judo de por vida. Era una situación muy difícil. Sin embargo, tuve la alternativa de someterme a un reposo de un año. 

Pero seguía yendo al judo y me sentaba en las gradas a observar los entrenamientos, a veces hasta me subía al tatami y hacía algunas técnicas de bajo impacto, pero tener esa limitación me causaba mucha impotencia. Así que el sensei me recomendó alejarme hasta que finalizara la rehabilitación. Pero no aguanté y me reincorporé antes de tiempo, a los 7 meses.

Con la distancia entendí que tenía que enfocarme, debía hacer las cosas bien, de lo contrario quedaría fuera de juego. Estaba siendo muy riguroso conmigo mismo, no me importaba lo que me pasara, con tal de ejecutar la técnica. La lección era que si quería seguir aquí, tenía que acatar lo que me decía mi entrenador, ser obediente, disciplinado y cuidadoso.

Después, una experiencia especial, que fue mala en su momento, pero que terminó siendo muy buena, fue la ruptura que tuve con uno de mis entrenadores en un momento dado, cuando yo era atleta, lo que me llevó a cambiar el enfoque y convertirme, felizmente, en entrenador; cosa que me hizo amar mucho más el judo.

En ese momento quedé en el aire. Fue una suerte tener gente que me guiara y me ayudara a definir qué es lo que quería y cómo lograrlo. Esto me hizo darle la vuelta a esa situación y reenfocarme. Adentrarme en algo tan desconocido fue un reto para mí, al verme a los 16 años frente a la responsabilidad de enseñar judo a los niños. Comencé siendo ayudante, luego me fui preparando hasta convertirme en sensei.

Esos niños son como mis hijos en el momento que están acá. Me veo reflejado en ellos. Cuando quieren aprender y ponen en práctica lo que uno les ha enseñado, eso es motivador. Verlos llegar lejos, alcanzar sus metas y saber que uno cooperó para ello, me llena de orgullo.

Ahora veo que es más satisfactorio saber que el trabajo se está haciendo bien, pero que no eres tú el que está tratando de figurar, sino que uno debe trabajar para que se logren los objetivos. Es un enfoque de mayor amor poder entregarles a ellos lo que yo aprendí. 

Escritura:
Alexandra Cona
Fotografía:
Pavel Bastidas
Lugar:
El Paraíso, Caracas
Fecha:
20.7.2016
Adentrarme en algo tan desconocido fue un reto para mí, al verme a los 16 años frente a la responsabilidad de enseñar judo a los niños.
No items found.

Más Historias

Juegas...
Elijes...
Thank you! Your submission has been received!
Oops! Something went wrong while submitting the form.

Algo-rítmico

Miguel Graterol
Uno no conoce sus límites hasta que los vive.

Desde la inconsciencia a la consciencia

Belén Vivas
Aprendí que todos los momentos tienen rostro.

¿Cuál es tu plan?

Boris Elneser
Me gusta pensar en ese poquito más, no tiene que ser perfecto pero sí creo que todos podemos dar ese poquito más.

Y me monto en mototaxi

Ligia Torrealba
Aun cuando mis ojos no perciban suficiente luz, ya no me abrumo ni me asusto, porque sé que junto a Pedro no existe silencio ni penumbra.

De policía a administrador

Wilfredo Colmenares
Aprendo de los nuevos retos que me plantea la vida, los asumo con entusiasmo y no me dejo limitar por nada.

Simplest solutions, always the best

Dominik Muhs
As long as they’re suffering, I’m gonna be there.
© 2023 Cultura Epix
PrivacidadTérminosCookies