Mis ganas y amor por el oficio comenzaron en el taller de herrería de mi abuelo. Ahí aprendí de seriedad y responsabilidad, cualidades que le trato de enseñar a mi hija además del valor de la vida y las oportunidades. Tenía 18 años cuando la tuve. Fue difícil, junto a ella maduré y aprendí a ser padre. No tenía trabajo, pero asumí mi responsabilidad, y con la ayuda de mi madre, echamos pa’lante.

Como fui un poquito flojo para los estudios, pasé por todos los liceos de Catia. Finalmente me inscribí los sábados en el Fé y Alegría de La Silsa y me gradué. Luego empecé la universidad. Trabajaba y estudiaba, pero llegó un momento en que ni trabajaba ni estudiaba, me quedaba dormido en las clases y no me concentraba en el trabajo, entonces, tomé la decisión. Me dije: “dejo los estudios pero voy a lograr algo”. Siempre quise mi propio negocio, lo que nunca imaginé es que iba a ser esta metalúrgica donde ahora me encuentro y soy el dueño. 

Antes de llegar a este lugar trabajé como vigilante. También estuve en otros talleres de Catia. Ingresé a los 23 años como operador de máquinas en la metalúrgica. Era un taller grande, realizaban muchas obras y tenían inmensos galpones. Habían hecho puentes, edificios y viaductos. Como trabajador soldé varias bases para puentes. Fui el soldador principal de un puente de 33 metros en los Teques. Cuando los veo, me da mucha satisfacción. 

Para el 2013, me iba de la compañía decidido a tener mi propio negocio. Uno de los dueños del taller me dijo: “si tú te quieres ir, bien, pero nosotros estamos en una edad avanzada, y queremos bajar el ritmo”. Me vendieron 48% de las acciones. Ese socio era Mario Felice. De él aprendí mucho, tanto del negocio como en lo personal. Pasó de ser mi jefe, a socio y un gran amigo. Falleció hace dos años. Todavía hay días que lo recuerdo y me hace falta. Le prometí que mientras yo tuviera vida y fuerza, mantendría la santamaría y el nombre de la compañía en alto. 

En abril de 2015 compré el 52 % restante de las acciones. La compañía fue fundada en marzo del 58, y sé que yo no compré una compañía, compré un nombre, una trayectoria. Si bien mantener una clientela de 60 años es difícil, gracias a dios no nos falta trabajo, grande, mediano o pequeño. Lo que venga se hace con mucho cariño, y con la disposición de seguir construyendo a Venezuela todos los días. Preparándonos para el futuro, por lo menos para unos 60 años más.

Mi estatus solo ha cambiado a nivel de papeles, yo me sigo considerando uno más: busco repuestos, soldo, limpio, estoy pendiente de los muchachos, soy el jefe que siempre quise tener. Todo el personal trabajó conmigo cuando no era dueño. Tenemos más de 12 años como compañeros. Los veo con mucho respeto y admiración. Todo esto se ha logrado no solo por mí, sino también por ellos. Claro, ahora cargo con mayor responsabilidad y tengo mi carácter, hay cosas en las que puedo ceder y otras en las que no. La trayectoria de la compañía es responsabilidad, honestidad y seriedad. Una de las cosas que no tolero es la falta de puntualidad, si yo te digo a ti que vamos a entregar una obra el 6, es el 6, y si hay que amanecer, se amanece; faltar a eso para mí es inaceptable. La recompensa es una satisfacción inmensa por el trabajo bien logrado.

Considero que todos pasamos por momentos difíciles, eso es normal, lo que no veo normal es rendirse. La esperanza muchas veces la he perdido, en esos momentos me relajo y busco una forma diferente de afrontar las cosas. No me aferro a lo imposible, sino a las cosas que dependen de mí, y que me pongo como meta lograrlas.

Ahora veo la juventud desviada, los muchachos están pendientes de trabajar un rato, por ejemplo en la metalúrgica, y ganan algo solo para invertir en una moto y ser mototaxistas, eso es un problema, porque ¿quién va a ser la generación de relevo? He visto a muchos desperdiciar oportunidades, que a todos nos llegan, pero solo algunos las aprovechan. Si quieres algo tienes que luchar por ello.

Escritura:
Mariana Maneiro
Fotografía:
Luis Rodríguez
Lugar:
Catia, Caracas
Fecha:
29.11.2017
Soy el jefe que siempre quise tener.
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