Lo que me impulsa todos los días es ayudar a las personas a alcanzar su máximo potencial. Cuando sé de alguien que tiene un sueño y no es capaz de lograrlo, me entristece. Pero si está listo para hacer todo lo que sea necesario para lograrlo, entonces me gusta inspirarlos para que lo hagan realidad.

Tuve un accidente de carro hace unos años. Esa experiencia cambió en mí la forma de ver el mundo. Estuve cerca de la muerte. Parece paradójico, pero el accidente aceleró mi vida y al mismo tiempo la frenó. Antes yo estaba contento con sólo vivir la vida: compartir con mis amigos, ver televisión. Después del accidente me di cuenta de que la vida es corta. De pronto comencé a lograr las cosas de manera acelerada. Me casé, tuve un trabajo, una casa, incluso primero que mis amigos. Desde entonces no hago las cosas solo por necesidad sino por querer hacerlas.

Pero el accidente también me frenó la vida. Comencé a darme cuenta de que los pequeños detalles son importantes. Aprovechar al máximo cada momento y cada situación y no tomar nada por sentado. Tengo mucha suerte de estar vivo, de tener una familia y buenos amigos. Yo iba absorbiendo todo lo que sucedía a mi alrededor. Las cosas pequeñas empezaron a darme alegría: como el sonido de las olas, el sol en mi cara o el viento. De verdad que cambió mi vida. No es que yo fuera egoísta antes, yo era boy scout y siempre he tratado de ayudar a la gente, además soy cristiano. Pero mis pensamientos no se estaban traduciendo en acciones concretas, faltaba algo y a menudo me sentía frustrado.

Hace dos años mi hija me dijo: "Papá ¿cuándo cambiarás de trabajo?" Estaba viajando mucho, casi no veía a mis hijos y a mi esposa. Esa fue la primera advertencia. La misma semana mi hijo que tenía tres o cuatro años me preguntó: "Papi ¿por qué no estás viviendo en casa?". Y yo vivía en casa, solo que por el trabajo dormía cuatro noches lejos de ellos. Ahí me di cuenta de que necesitaba volver a equilibrar mis prioridades. Necesitaba volver a equilibrar mi vida.

Tengo muchos sueños por cumplir, y los que más me gustan son los sueños compartidos. Con mi hija de nueve años, por ejemplo, queremos ir a ver las luces del norte en el círculo ártico en Noruega, el próximo año. Con mi hijo tengo un sueño similar, él quiere ir a pasar unas vacaciones en el espacio. Esto es un proyecto más a largo plazo, pero sería genial compartir con él esta experiencia y descubrir de qué trata el espacio.

En mi trabajo anterior trabajaba con gente muy astuta e inteligente. Aprendí mucho de ellos, pero me estaba volviendo más ejecutivo, sentía que yo daba más de lo que recibía. Ahora, con este nuevo equipo hay tanto que comparto con ellos y ellos conmigo. Espero que ellos aprendan tanto de mí como yo de ellos. Es un increíble intercambio de conocimientos que ayuda a expandir mi potencial.

Mi potencial es infinito porque no conozco sus límites. Está creciendo cada día con las experiencias que voy viviendo y los sueños que estoy tratando de cumplir y lograr. Cuando era joven, una de las cosas que realmente me dolía era pensar que tal vez había alcanzado mi máximo potencial. En un momento llegué a sentir que no era lo suficientemente rápido ni inteligente. O que no era lo suficientemente buenmozo y eso dolía. Pero me di cuenta de que el potencial no es fijo. Los límites que sentí en ese momento no significaban que no podía alcanzar más. Nunca sería más rápido que un guepardo, pero todavía podría ser más rápido y más inteligente y convertirme en lo que quería ser. El potencial es orgánico. No está escrito en piedra. El potencial no es limitado. Por eso para mí el aprendizaje es muy importante. Si dejas de aprender, dejas de crecer y si dejas de crecer empiezas a declinar.

Escritura:
IniRod
Fotografía:
Natasha Lashly
Lugar:
Country Club, Caracas
Fecha:
3.2.2017
Si dejas de aprender, dejas de crecer y si dejas de crecer empiezas a declinar.
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