Fui muy buen bailarín, bailé de todo: cumbia, tap, pasodoble, merengue caraqueño, joropo. El baile para mí es una cosa muy grande, lo disfruto mucho. Si encontraba a una muchacha que bailara pegaíto, yo bailaba pegaíto con ella. Dependía también del sitio donde estaba y con quién, porque había familias que había que respetarlas. Yo era un caramelo en esa época, y si tú me pides yo te doy, no fui un santo.

Mi primer amor fue una muchacha que nunca me correspondió, era una excelente bailarina. Me enamoré de ella de forma pasional y espiritual. A Ítala, mi actual esposa, la conocí muy chiquita, su familia y la mía eran muy amigas. En las fiestas familiares éramos nosotros dos los que atendíamos.  La tía Mercedes una vez me dijo: “ojalá te consigas a una mujer como 'la nena rica'”, así le decían a ella. A los años, como que le dijeron amén. Yo veía que era una buena muchacha, de buena familia. Así que compartiendo con ella me enamoré. Fui a hablar con su papá primero, después estuvimos un tiempo de amores hasta que nos casamos. 

Las cosas de antes eran muy distintas a como son ahora. Hoy en día las cosas han cambiado mucho. Es otra época.

Cuando murió mi mamá yo estaba muy chiquito, en esa época usaba pantalones bombache. Luego murió mi papá en un accidente automovilístico y quedamos siete huérfanos y tres tías. ¡Fue horrible! Teníamos una casa grandísima, hipotecada; nos tuvimos que ir. Yo era el quinto de siete hermanos, tuve que asumir el papel de padre, incluso de mi hermana mayor que tenía quince años. 

Mi papá fue muy estricto conmigo. Cuando él murió no descansé ni un momento, yo me quedé en su puesto. Trabajé desde los ocho años en una zapatería, aprendiendo corte y costura de calzado. Un muchacho con ropa larga, porque antes cuando uno se ponía pantalón largo ya uno era un adolescente. ¡Cuidándole el gorro a las hermanas mías! Que no bailaran muy pegao' en las fiestas. Antes el bolero se bailaba pegaíto, cachete con cachete, y lo de allá abajo... te podrás imaginar. Una vez en una fiesta agarré a mi hermana con un hombre bailando así, me les paro al frente y veo pa´abajo y le digo: mira Hilda, vámonos, ya se acabó. Yo fui muy protector con ellos y con mis hijos también, así como mi papá lo fue con nosotros. 

Escritura:
Norlam Ramos
Fotografía:
Pedro Tovar
Lugar:
San Bernardino, Caracas
Fecha:
30.6.2017
Antes cuando uno se ponía pantalón largo ya uno era un adolescente.
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