Hace algunos años un adivino que consulté me dijo: tu vida estará regida por proteger y cuidar a los demás. No se equivocó. Siempre he tenido el espíritu de ayudar, tengo facilidad para asistir a los que me rodean y, además, amo cada cosa que hago.
A pesar de que soy profesora de Educación Física, graduada del Pedagógico, me hubiera gustado estudiar Veterinaria. Los animales son todo para mí y la fidelidad que me brindan es impresionante. Me gustaría poder amar a un humano como los amo a ellos. Tengo 24 gatos y 5 perros, si sumo los que tengo en mi casa más los que cuido en la calle…
De pequeña nunca tuve una mascota, solo un pajarito pico de plata que me regalaron cuando tenía 10 años. En verdad, mi amor por los animales nació cuando tenía 30 años, a pesar de que siempre les tuve cariño. Sin embargo, al interpretar obras de teatro o bailes en el colegio, el papel que me tocaba solía estar relacionado con un animal. Supongo que estaba escrito.
Pienso que en la vida lo que te pasa es lo que te toca vivir pero las oportunidades siguen estando ahí, latentes. Es cuestión de saber pedir lo que quieres y trabajar para lograrlo. Uno tiene que ser frontal y asumir responsabilidades, por lo menos a mí me tocó hacerlo desde pequeña.
A los 17 años tuve que hacerme cargo de mi mamá que sufría de trastorno de bipolaridad. Desarrolló la enfermedad cuando me tuvo a mí y desde entonces requirió cuidados. Esa es una de las razones por las que no tuve hijos, a pesar de que amo a los chamos. Siempre me dio miedo, es algo que genéticamente está ahí.
A pesar de todo, mi vocación por ayudar siempre ha estado presente. Me gustaría convertirme en bombera para poder rescatar más animales y salvar más gente.
Porque, a pesar de todo, el adivino no se equivocó. Proteger y cuidar a otros es lo que me hace feliz.