Yo empecé a practicar judo desde que estaba en sexto grado. Me gustaban todos los deportes: kikimbol, básquet, voleibol, pero en el judo vi algo distinto, era algo nuevo. Me llamaba mucho la atención.
Comencé practicando en mi colegio José Enrique Rodó, en Catia. Un día participé en una demostración y fue allí donde me seleccionaron para que estudiara en el Liceo Caracas. Cuando conocí el liceo me gustó y me quedé, ya llevo tres años estudiando y entrenando allí.
Al principio, a mamá le parecía que el judo era un deporte muy riesgoso para mí, me ponía mil excusas para que no fuera. Ella tenía miedo de que me lesionara o me maltrataran. Creía que el judo era un deporte muy rudo, solo para varones. Yo no lo veía así.
Antes de inscribirme consulté con mi mamá, ella trató de convencerme de que eligiera otra cosa. Pasaba el tiempo y mamá aún no se decidía. Un día no espere más y resolví tomar la decisión por mí misma sin decirle nada, después la llamé para darle la noticia y no tuvo más remedio que aceptar mi decisión.
Cuando comencé con las prácticas todavía tenía que lidiar con la inseguridad de mamá. Algunas vecinas le decían que el judo era un deporte muy masculino, y le recomendaron que me confeccionara un kimono de color fucsia, pero no estaba permitido. Al final mamá me pidió que por lo menos usara el de color blanco en vez del azul, eso fue muy chistoso.
Mamá me acompañaba a mis prácticas, un día el sensei habló con ella y fue entonces cuando se dio cuenta de que no tenía de qué preocuparse. Comenzó a tener más confianza en mis potencialidades. Ahora ella se siente muy orgullosa de lo que hago y que esté representando a mi país mediante este deporte.
Al principio fue fuerte. Es un deporte bastante exigente. Llegaba a la casa con moretones y muy agotada, sin embargo, nada de eso disminuyó mi interés por seguir practicando judo. Poco a poco fui obteniendo resistencia. Con la perseverancia cada vez iba ejecutando mejor las técnicas, haciendo mejores caídas y aprendiendo cosas nuevas. Sigo manteniendo la disciplina y el entusiasmo por asistir todos los días a mis prácticas. Por estar sobre el tatami y dominar la técnica. Me gusta llegar temprano y normalmente me voy tarde, inclusive, a veces me escapo de otras clases solo para ir a entrenar judo.
Con este deporte siento que ocupo bien mi tiempo, hasta me sirve para desahogarme si tengo algún problema, en vez de pelear o molestarme. Antes que ir a fiestas o salir por ahí, prefiero ir al judo. La idea de mi sensei es prepararme para ser una atleta de alto rendimiento y participar en las próximas olimpíadas. Él ve en mí grandes posibilidades y eso me motiva a seguir mejorando cada día más.