Soy hombre de pocas palabras. Creo que no es necesario tener que hablar de más para contar tu historia personal o decir de dónde vienes, por eso aprovecho al máximo la música. Puedo expresarme con la música ante el mundo. Identificándome como venezolano y artista.
Antes de que la música me encontrara competí en torneos distritales de combate pugilístico. Fue una experiencia de la que aprendí disciplina, creer en mí mismo, y el poder superarme cada vez más, hasta que la música le ganó al boxeo.
Me convertí en bajista hace 31 años porque me postulé para tocar en un conjunto musical. Tengo una agrupación de música caraqueña que lleva por nombre Pastoreña. Nació, formalmente, en el año 2000. Está integrada por siete músicos, todos contemporáneos conmigo. Comúnmente, tocamos en fiestas privadas y en encuentros organizados por instituciones públicas.
Me educo con la música antañona. Procuro partir de ella para crear sonidos que sigan identificando a mi bella Caracas. Volver a mis raíces y disfrutar de esas costumbres, revivir esas alegres melodías que en aquella época se escuchaban y bailaban tanto. Es tal mi inspiración que compuse una canción llamada: “Viva la vieja Caracas”.
Aunque también laboro desde hace 10 años en la Biblioteca Nacional, siempre he trabajado con lo que me gusta. La música me ha permitido ser feliz, he levantado a mis hijos y me ha ayudado a seguir inculcando las tradiciones de mi ciudad.