Lo que más me gusta en el mundo es cocinar.
Cuando era chiquita me metía en la cocina y me ponía a jugar con los ingredientes. Empecé cuando mi papá montó su restaurante y desde ahí uso coco en todos mis postres. Un día, para el cumpleaños del papá de mi mamá, agarré una hoja y le puse una corona. La hice con una mezcla de limón y, como siempre, las perlas del adorno eran de coco. Luego agarré un polvito rojo y se lo eché para que se viera como si estuviese brillando.
Cuando sea grande quiero ser pastelera y voy a tener una pastelería en el mismo sitio que mi papá. También me gusta pintar con la comida. Dibujar es mi segunda cosa favorita. El mar lo hago con coco; a veces uso mango, limón o parchita. Me encanta la playa y los peces. Una vez me puse una máscara de esas que usan para respirar debajo del agua. Vi un pez payaso, uno de color negro y una pandilla de renacuajos pasando. Me gustaría volverlo a hacer. El mar me pone alegre. También quisiera montarme en un barco y recorrer muchos sitios como mi abuelo.
Me encanta bañarme en el agua, mi color favorito es el azul. Después del colegio voy a clases de pintura en Crearte. El primer día la maestra nos pidió un dibujo libre para saber cómo dibujamos. Yo hice un cuadro y se lo mostré: acá está el agua, acá la arena y acá el sol. Le hice una playa, eso fue lo primero que pinté. Allá también hacemos origamis y muchas otras cosas. Me acuerdo que cuando una de mis mejores amigas se enteró que yo también iría a clases de dibujo se tiró al suelo de la emoción.
Hace poco, cuando fui a casa de mi tía Nena Sánchez en Curazao, comencé a escribir. A ella no le gusta pero a mí sí y le hice una poesía. “La cabeza me lleva a las nubes por tu arte”, le puse. También le hice uno a mi amiga Andrea. “Tus bonitos ojos me dan alegría y la alegría me da ‘culisiodad’”. Le inventé una palabra porque ella es un poco loca.
La música también me gusta, solo que no lo hago casi siempre. Me gusta cantar y tocar el piano del teléfono. Debajo de mi cama hay unas puertas donde guardo todos mis juguetes, me meto ahí adentro y comienzo a tararear. Cuando veo que la puerta se está abriendo me callo porque me da pena. A veces me ponían con alguien a cantar y me escapaba. No tengo ninguna canción favorita, canto a lo loco.
Si pudiera transformarme en algo sería en una torta. La torta Laia que sabe a Laia. Laia sabe a corazón, el corazón sabe a playa y la playa sabe a coco, porque en la playa hay cocos. Aunque todavía le falta el ingrediente secreto: el corazón que me dio mi prima. Es un ingrediente súper especial y difícil de adivinar. Es uno de esos corazones que se parten en dos y se convierten en dos collares. Ella tiene uno y yo otro. Dijimos que si nos volvíamos a ver los juntábamos. Espero que sea pronto, yo estoy en Venezuela y ella en Panamá.