Mi ruta la hago desde el bloque 10 de Kennedy, bajando hacia la carretera vieja de Macarao, paso por la Escuela Policial, me devuelvo, paso por las Residencias de Chávez, llego al Liceo Juan Lovera. Paso por La Charanga, después por la salida del Metro de Las Adjuntas, UD3, UD4, UD5. Después por la escuela Claudio Feliciano, me devuelvo como hacia la carretera vieja de Los Teques, hacia el CDI…
Son como cuarenta kilómetros diarios, eso me lo dijo una persona que trota que conocí mientras hacía mi recorrido. En carro es rapidito, en moto también, pero a pie es diferente, por los pasos que uno da. El asunto es que como yo soy alto, mido 1,90, pienso que camino lento, pero comparado con los pasos de los demás, voy rápido.
A la mayoría les gusta como preparo mi Nestea, la receta la tengo grabada en la mente. Así he hecho bastante clientes y amistades, señoras, estudiantes, hasta los policías y los guardias… ya tengo el ‘punto hecho’, como quien dice. La gente ya me conoce.
Desde los 16 años estoy trabajando. Primero fue de empaquetador en un supermercado por El Paraíso, después estuve de ‘caletero’ en una tienda por Sabana Grande, cargando neveras y equipos electrónicos, de ahí conocí un chamo que me dijo que me pusiera con él a vender bolsas al mayor para los buhoneros. Por él fue que yo comencé a trabajar en la calle, caminando. Iba desde La Baralt hasta Chacaíto… intenté llegarle a los buhoneros de Petare pero en ese trayecto no se vendía casi nada y era muy fuerte la caminata. Después los mismos buhoneros me decían: “pero ponte a vende’ tú solo que así ganas más”. Al principio yo dudaba, pero un día me convencí y así empecé. Me gustaba porque era mi propio dueño, y tenía mi propio horario, trabajaba más pero también ganaba más; así aprendí a trabajar por mi cuenta.
También trabajé con un chichero, de ahí viene lo del uniforme de la camisa de botones y el gorro que uso ahorita. Recuerdo que teníamos que subir el carrito de chicha por una subida hacia un estacionamiento. Era de lunes a lunes, de siete a siete; pero se ganaba bien. Eso creo que fue lo que me afectó la columna mía, y el ‘caleteo’, pero ahorita ni eso lo puedo hacer. Después fue que me puse a vender Nestea por mi cuenta y me quedé con el uniforme. Mi esposa, que aprendió a ser costurera con mi mamá, sacó el modelo de la bata y me hizo otras. También un amigo que trabajaba en una tienda de chocolates me regaló cuatro batas más, y uno que trabaja en un supermercado me regaló el gorrito blanco que estoy usando ahora.
Cuando empecé a vender me decían: “¡Mira, ahí va el chef!”. Al principio yo no entendía ni siquiera qué era eso, pero después que busqué por internet supe que era por el traje blanco de botones y el gorrito que uso. Otros me ‘chalequeaban’ y me tenían varios sobrenombres, que si ‘Panadero’, que si ‘Ratatouille’. Ahora soy ‘el Nesticero’.
Antes era de lunes a viernes, pero ahora hago mi recorrido solo los sábados y domingos. Al principio se podía ganar más, ahorita la cosa está bastante difícil. A la gente le gusta mi jugo, pero ya no lo puedo preparar como antes, porque todo ha subido de precio. Eso me tiene preocupado. No estudié, porque uno es flojo y siendo chamo uno se envicia cuando ve el dinero. Nada más tengo sexto grado aprobado y en todos lados te piden ahorita ser bachiller. Eso algunas veces me ha traído dificultades, es una desventaja.
A mí, lo que me da felicidad es trabajar, salir a caminar y ganarme mi dinero para poder tener mis cosas. Y cuando por alguna razón no puedo hacerlo, entonces empiezo a extrañarlo, porque esa es mi principal actividad. Cuando trabajo, solo estoy pendiente es de vender mi jugo. Una vez tuve un accidente de tránsito y desde ahí quedé con problemas de los nervios. Al año todavía estaba de reposo pero no le paré, ahí mismo me puse a trabajar porque sentía que me hacía falta.
Me considero una persona alegre. Quizás es también mi forma de ser lo que le gusta a la gente. Voy por ahí y les digo: ¡Llegó el Nesticero! Y ellos se acercan. Creo que yo hago amistades es por mi alegría y porque me gusta ayudar. A veces me dicen: “Tú si te preocupas por los demás, pero la gente no se preocupa por ti. Nadie ve por nadie”. Yo les digo que no me importa, que yo soy así.