Promovemos la cultura de la paz, así como aquel personaje de un cuento árabe que sembraba dátiles en el desierto, porque creemos que es un fruto que bien vale la pena cosechar. A través del deporte y la educación hacemos voluntariado dirigido a niños y adolescentes de comunidades en conflicto en zonas fronterizas de Venezuela. Interrumpimos los ciclos de violencia para transformar la herida en una posibilidad, a través de la entrega a aquello que amamos, nuestra vocación y del libre compromiso de cada voluntad.
La paz solo puede comenzar desde la paz personal. Lo importante es permitirse ver, captar la desesperanza para transformarla en motivación. La esperanza y la desesperanza son combustibles, uno positivo y otro negativo. A cada quien se le presentará la oportunidad y el momento de decidir para qué los quiere utilizar; pero también depende de los que estamos en esto, ponernos al servicio de una formación para la paz y llevar el mensaje a donde sea necesario.