Cada orquesta tiene su alma. Para conseguir el sonido a la orquesta tienes que ensamblar a cada uno de los integrantes en filas, en sección y en un todo. Tú tratas de hacer que todo funcione a la perfección por el bien de la institución, porque si ellos se sienten bien dentro de la orquesta, la orquesta suena bien.

Todos vivimos a través de la orquesta, así la gente no sepa que está Rafael llevando la administración, o que Lorenzo fue el que cargó todas las sillas junto con Evaristo, y que duraron hasta muy tarde en la noche haciendo las carpetas con la música. Esto es una familia. La gente no sabe qué hay detrás de bastidores. 

Los músicos son un gremio muy especial. Viven en su mundo. Su mundo de arte. Viven su música. El instrumento forma parte de sus cuerpos; porque lo llevan siempre encima. Me imagino que su cerebro está condicionado para eso, sus células están dedicadas a la música. La parte humana de los músicos también es muy dura: estar aquí en condiciones mínimas, o vivir en un barrio y aún así tener a todos estos muchachos y ver que lo hacen con cariño, que vienen todos los días, que van y llevan un momento de alegría a unos niños, eso te llena de vida. Yo creo que con la música alimentamos el alma de una manera muy especial.

Esta orquesta es una locura porque hemos hecho hasta Celedón Sinfónico. Y esas son satisfacciones que quedan: haber visto artistas de la talla de Rocío Dúrcal, Gustavo Cerati, Vicente y Alejandro Fernández, José Luis Rodríguez “El Puma”, y hasta Il Divo, cantando con la orquesta, por ejemplo. Han pasado unas lumbreras por aquí increíbles. ¿Y qué han dejado?, vivencias y experiencias que al fin y al cabo forman parte de tu vida y la de los músicos.

Por ser seres humanos especiales, los niños y los muchachos llenan de vida estos espacios con las vivencias que nos dejan. A veces lo que pasa es que las personas se dejan ganar por las estructuras de concreto, que no debe ser. El ser humano no es el frío del concreto, ni del hierro; estamos llenos de calor. Ese calor llega solo, y no tienes que dejar que te lo quiten. Si trabajas en esta orquesta, y tienes un grupo de personas que está allí, no puedes demostrar debilidad.

Mi mamá me enseñó que no tienes que demostrarle a nadie que te faltan cosas. Siempre tienes que andar sonriendo, que nadie tiene que saber si comiste carne, un huevo frito o solo arroz con mantequilla. Si tienes el estómago lleno, eso es suficiente, y siempre es suficiente con lo que tienes. Sé que sonará tonto, pero creo que todo no es el dinero, hay cosas que te satisfacen de muchas maneras. Si labraste bien la tierra en tu camino, la gente se dará cuenta de la calidad de ser humano que eres, y de lo incondicional que uno puede llegar a ser. Entonces si tienes una necesidad, siempre hay alguien que te tiende la mano. ¿Qué queda? Lo que quedan son más arrugas, de resto, esas son enseñanzas que no se te borran jamás.

Me gustaría que la orquesta se consolidara, que tenga su sede propia, una sala de ensayo decente y que los músicos estén bien, que no tengan que irse. Es muy difícil, pero soñar no cuesta nada y por soñar es que uno está aquí. Quisiera que la maestra Elisa logre cristalizar su proyecto de vida también, que es profesionalizarse aún más. Ella es tremenda gerente, manda más que un dinamo, pero es porque tiene un norte claro. 

Creo que el norte de la orquesta es eso: estabilizarse y que sea reconocida. Eso tenemos que ganarlo. Con que sea reconocida nacionalmente para mí es suficiente. Que todo el mundo hable de la orquesta, pero que hablen bien. Yo no pido nada más. 

Escritura:
Silvia Fariñas
Fotografía:
Gustavo Mendoza
Lugar:
El Conde, Caracas
Fecha:
18.5.2018
Mi mamá me enseñó que no tienes que demostrarle a nadie que te faltan cosas.
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