La vida y la infancia de cualquier persona transgénero no tiene muchas diferencias. A los dos, tres o cuatro años sabes cuál es tu identidad y puedes estar de acuerdo o no. Ahí comienza el proceso.

Para todos se presenta el mismo dilema. Ahora que las familias tienen más información pueden aceptarlo mejor, pero aún así, hoy en día, los niños que deciden cambiar reciben insultos. En mi época, en la casa, no se hablaba del tema y todavía la sexualidad no se toca, normalmente. Claro que de algo se daban cuenta mis padres. El tema de la sexualidad es un tabú en la mayoría de los hogares.

Al principio tratas de huir y negarlo, todas las personas lo hacen, en mi caso encontré la lectura como refugio, pero no hay manera de huir de la sociedad.

La intolerancia es muy grande en este sistema patriarcal que rige al mundo. Busca dominar a la mujer y generar reglas de conducta en función de esa dominación. No permite deserciones. Las vaginas tienen que comportarse de cierta manera y los penes de otra. Se sanciona a la mujer si no se comporta lo suficientemente femenina y al hombre si su comportamiento no es masculino. Este pragmatismo social y el fanatismo me inquietan por las consecuencias que tienen. Guerras, ataques contra la comunidad LGBT, violencia de género, todas tienen su raíz en ese mismo pensamiento. Donde algunos quieren imponer su realidad como única verdad.

Hasta la misma tradición judeocristiana nos ha enseñado que existe el pecado y que tienes que sufrir mucho para llegar al cielo o librarte del infierno. En mi experiencia no es así, la culpa viene de querer agradar a otros. La responsabilidad de no hacer de ti lo que realmente eres en tu interior y quieres, solo por complacer a los demás.

Ahora sé que no se puede vivir para hacer feliz a los demás. Las circunstancias te llevan a tomar decisiones, y tú no puedes complacer a todo el mundo. Ni esperar que todo el mundo te acepte y ame. En algún momento tienes que tomar alguna decisión, y seguro que las consecuencias te van a herir y ser muy dolorosas. Pero si no lo haces también es seguro que te arrepentirás toda tu vida. Si me preguntan en este momento de mi vida si soy feliz respondo: ¡Sí! En lo absoluto. Así con seguridad porque he conocido lo opuesto. Sé que ahora estoy plena. El que no ha conocido la infelicidad no reconoce la felicidad.

A las personas que experimentan algo similar les diría que no se puede ser feliz por nadie, ni nadie puede ser feliz por nosotros. Debes vivir tu vida. Siempre le pregunto a los que tratan de “entendernos”: ¿conoces a alguien tan valiente, dispuesto a abandonarlo todo, familia, trabajo, amigos, todo, únicamente, para ser quien es?

Escritura:
Dulce Katz
Fotografía:
Raquel Cartaya
Lugar:
Altamira, Caracas
Fecha:
21.9.2016
El tema de la sexualidad es un tabú en la mayoría de los hogares.
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