Llevo 50 años tocando guitarra. La música para mí es todo, es como una herencia de mi padre que fue guitarrista y mi madre poeta; recuerdo que en mi casa siempre pasaban muchos músicos y gente de la cultura.
Mi infancia la pasé entre Caracas y Lara. Me consideraban un niño prodigio porque toco guitarra desde los siete años. Eso me generó, no vamos a decir problemas, pero sí incomodidad, porque siempre me tenían en un sitio especial, me hacían prebendas o daban permiso para ir a ensayar o a un concierto y eso los demás no lo tomaban muy natural que digamos.
En bachillerato fue cuando lo pasé peor porque ya sabía más. Tendría unos catorce años y estudiaba tercer año. También fui de corales desde pequeño pero mi especialidad siempre fue la guitarra. Me acostaba muy tarde. Sabes que cuando uno empieza a estudiar guitarra se te inflaman los dedos por los ejercicios. Una hora diaria todos los días, eso es como comer. Mis juegos no eran tan normales, siempre eran de música.
Tengo un especial recuerdo de cuando era niño. Tendría como cinco años y mi papá estaba en el patio de la casa tocando y cantando una zamba argentina: “Mamá Vieja”. Y pasó lo más extraño, se me salieron las lágrimas, me puse a llorar y llorar, eso fue una cosa que desconocía, todo el sentimiento que me produjo eso, algo que no sabía porque yo no había sufrido ninguna decepción. Fue un sentimiento mágico.
Empecé a estudiar música en la Escuela Prudencio Esáa y después entré a la Escuela Superior de Música. Entre mis maestros estuvieron Piero Tessuti, Inocente Carreño, Hugo Corsetti, Antonio Lauro, Antonio Ochoa.
He vivido bien, en el buen sentido de la palabra, dentro de la cultura. He tenido excelentes amistades. He tomado champán, cocuy y ron. Soy bohemio. Hasta me nombraron “Patrimonio Cultural del Municipio Chacao”.
Con la experiencia que tengo en este momento, me gustaría dedicarme a la composición que es algo muy delicado. Pienso que una pieza no se debe parecer a ninguna otra. Tiene que ser una inspiración tuya que nazca.
Me gustaría irme a una casita por ahí en Carora, a un pueblecito muy pequeño, donde me dedique a componer. Aunque he compuesto unas dos o tres piezas, unos valses tontos. La música es muy sensible ante las cosas, ante los hechos de la vida: sentimentales, históricos.