Nací en Villa de Cura, estado Aragua, un pueblo cargado de historia.
Mi casa estaba muy cerca de la que fue la casa de José Tomás Boves, a cuadra y media, y yo jugaba con mis hermanas en esa casa colonial. En Villa de Cura tuvo una pulpería Ezequiel Zamora. Y por estar en el centro del país el pueblo era un paso de ganado y comercio, además fue el único pueblo de Venezuela fundado por el abuelo del Libertador. Mi nana también trabajó en una hacienda de Gómez y me echaba los cuentos. Debe venir de ahí que me gusten los detalles secretos, poder investigar y armar un rompecabezas. Un pueblo pequeño donde hice mi primaria y mi liceo, una vida muy sencilla y tranquila, bucólica.
Luego hice un salto bien grande, de vivir en la provincia a vivir en Caracas y desprenderme del hogar. Llegué a una residencia con doscientas mujeres, demasiada gente para mi gusto. Lo vi como una prueba. Pero en ningún momento se rompió el arraigo. Tengo un montón de años viviendo acá, pero caraqueña no soy, soy villacurana.
Llegué a la Universidad Católica primero por los estudios, mientras decidía si Letras o Historia. Finalmente fue Historia en la UCV y luego volví a la UCAB a estudiar Educación. Me gustaba la investigación y comencé a trabajar con Manuel Pérez Villa, un investigador cuyo tema de estudio era la prensa venezolana, quien además fue uno de los fundadores de la Escuela de Comunicación Social de la UCAB. El profesor me insistió en que me postulara para la cátedra que él dictaba: Historia de Venezuela en los medios de comunicación. El primer día de clases los estudiantes, que eran en su mayoría adultos, me mandaron a sentar, y yo en la tarima, con 22 años y recién graduada, estaba petrificada sin poder articular palabras. Ahora ya tengo 30 años de servicio.
Siempre me interesó la historia de Venezuela, sus hitos políticos. Mi mamá dice que mi programa favorito de niña era: Valores Humanos de Arturo Uslar Pietri. También sentía pasión por Bolívar, producto de la lectura de sus escritos y documentos. Además heredé la línea de investigación del profesor, la prensa venezolana del siglo XIX.
Creo que el pensamiento político venezolano está descrito en su prensa. Cuando quieres saber dónde estamos, de dónde venimos y a dónde vamos, tienes definitivamente que revisarla. Descubrí que ahí, puedes darte cuenta de cómo se pensaba en esa época, cómo se veía la vida política, la economía y cómo estaba estructurada la sociedad. Movimientos importantísimos están ahí retratados. Conocer realmente al venezolano es fundamental y yo lo encontré en la prensa, periódicos y revistas. No quiero que se pierda esa memoria histórica y de ahí mi interés en desarrollar un proyecto de digitalización.
Busco algo nuevo que aportar porque si no hay hallazgos, significa que no investigaste, y ahí está la gratificación. Por ejemplo, uno de los días más importantes de mi vida tiene que ser cuando encontré un documento perdido que completaba el sentido de mi tesis doctoral. Muchos lo referían pero nunca lo habían visto. El documento tenía doscientos años desaparecido y una búsqueda de dos años en varios archivos de distintos lugares del país: Mérida, Guayana, en el Archivo General de la Nación, la Arquidiócesis… ¡Lo encontré! Lo encontré en la Academia de la Historia entre un montón de folletos. Quería llevármelo a mi casa porque tenía miedo de que si esa noche pasaba algo: se quemaba la Academia o qué sé yo, iba a perder algo importantísimo. Transcribí las 16 páginas. Esa noche no dormí. Al día siguiente amanecí con una fotógrafa en la Academia para poder preservarlo. Tal vez fue suerte de investigador encontrarlo.
Era un sermón de un sacerdote en la catedral de Caracas frente a Don Pablo Morillo que había venido a Venezuela en el año quince. En la reconstrucción de la prensa eclesiástica del siglo XIX ese sermón era clave para entender la vida del sacerdote patriota Mariano de Talavera y Garcés, que apoyaba la causa republicana y fue seleccionado para hablar frente a los españoles. Si agradaba con el sermón le concederían la libertad a él y a sesenta y siete sacerdotes más. Tuvo la suerte, la habilidad y el ingenio de lograrlo sin halagar a Fernando VII. La emoción fue demasiado grande…
Claro que hay otras facetas y muchísimas cosas más que he hecho, hago y disfruto, pero sin duda lo más gratificante gira en torno a la investigación y la docencia. Soy de la corriente del mundo de la Historia que no cree que exista historia pasada ni antigua, la historia es contemporaneidad. No hay piezas nuevas ni viejas, solo tienen un orden de aparición que conforma un gran libro abierto donde se pueden ver las piezas de la realidad. Cuando tienes acceso a esas cosas las estás haciendo presente. Reconstruir la identidad del venezolano es un rompecabezas, muy, muy grande, pero si yo puedo colaborar encajando algunas piececitas, por pequeñas que sean, no voy a dejar de hacerlo.