No soy de las personas que suelen estar haciéndose muchas preguntas, pero a veces reflexiono sobre qué sería de mí si no hubiese tenido la mamá que tengo. Todo se lo debo a ella, una persona con temple fuerte.

Yo nací en Cariaco en una familia pobre. Desde que tenía tres años mi mamá se separó de mi papá y nos mudamos a Carúpano, donde crecí. Somos seis hermanos, pero las tres hembras nos vinimos con ella.

Mi mamá luchó con nosotras, le echó bastante pierna. Se tuvo que ir a Caracas y una de mis hermanas y yo estuvimos en un internado, la otra se quedó con una madrina. En la capital ella trabajaba en una arepera en la avenida Bolívar, yo me acuerdo, de pequeña nos llevó. Lo que tenía era un cuartico pequeño para dormir.

Cuando yo tenía como diez años se vino, y desde ahí no volvimos a separarnos. En un tiempo ella sufrió un problema en un brazo, y yo empecé a trabajar para ayudarla. Llegaba del liceo y me iba a vender talonarios de lotería y helados. Los fines de semana iba con una señora a vender pescado, después me iba al estadio a vender cerveza, refresco, o los besos de coco y turrones buenísimos que mamá hacía.

Con todo su esfuerzo se enfocó en que nosotras nos convirtiéramos en unas profesionales. Decía que ella no había podido, pero sus hijos sí tenían que hacerlo. Imagínate que al salir de bachiller yo me fui a Puerto Ordaz a trabajar, no quería estudiar y no quería regresarme. Mi mamá no aceptó, ella misma me inscribió para que estudiara Técnico Agropecuario y me dijo que volviera a Carúpano. Después fue que agarré el carril, fui la única de los que entraron conmigo que se graduó en los tres años, aunque salí embarazada y tuve mi primer hijo, tuve dos becas por excelencia, sobresalí.

Todo eso me influyó de una manera positiva, porque me hizo ser la mujer que soy ahorita. Aquí en la hacienda donde trabajo ya llevo once años, y al principio no fue fácil. Era la única mujer en esta área y me tocó enfrentarme a comentarios como “yo no me voy a dejar mandar por una mujer”. Con el carácter fuerte que tengo y como mujer luchadora que soy gracias a mi mamá, me hice respetar. Y en cada momento que sentía que iba a caer, ella estuvo para motivarme.

Escritura:
Saymary Silva
Fotografía:
Susana León
Lugar:
El Pilar, Sucre
Fecha:
9.3.2018
Con el carácter fuerte que tengo y como mujer luchadora que soy gracias a mi mamá, me hice respetar.
No items found.

Más Historias

Juegas...
Elijes...
Thank you! Your submission has been received!
Oops! Something went wrong while submitting the form.

Maternidad en los márgenes

Swati Suchismita Patra

Y todo empezó por Natalia

Jesús Guzmán 'Chuíto'
Pero una mañana, finalmente, después de tanto buscar a Natalia, ella me encontró a mí, en una afinación encantadora que me hizo erizar la piel.

Innovar. Filosofía de vida

Simón Antonio Parisca
La necesidad de trascendencia marca todo lo que he hecho. La pasión, la convicción y el compromiso son las características de un emprendedor.

Un payaso sin la nariz roja

Carlos Mota
Una persona reprimida no tiene la capacidad de hacer el ridículo. Cuando eres libre, eres feliz.

Una improvisación para sumar

Federico Santelmo
Sumar lo que uno puede aportar y sacar lo mejor de cada situación.

Climbing Mountains

Sandra Falkner
© 2023 Cultura Epix
PrivacidadTérminosCookies