Mi abuelo me llamaba desde chiquita Titina. Me consentía mucho, primero porque me parecía a él y segundo porque le recordaba mucho a su mamá. A ella la llamaban El gato con botas, siempre se las arreglaba como fuera y con lo que tuviera. Era una mujer muy humilde pero de todo sacaba una buena idea, una buena creación. Creo que algo tengo de eso.
Trato de darle ese aspecto mágico a las cosas. Así como esas mujeres sencillas que se reunían en casa de mi abuela. Mi mamá, mis tías, las hermanas de mi abuela. Me gustaba como vestían... Mi abuela tenía un cuarto de costura, ella con los retazos hacía milagros, y remendaba todo. Es que en esa Venezuela austera nada se derrochaba. Yo vi todo ese hacer en casa, me encantaba todo ese movimiento. Yo me sentaba a coserle los vestidos a mis muñecas, les hacía toda la ropita. Creo que el mejor regalo que los padres pueden dar a sus hijos es que aprendan a ganarse las cosas por ellos mismos, eso fue lo que me enseñaron a mí y a mis hermanos.
Quizás por esa razón soy de esas personas que cuando tiene una idea, va y hace todo lo que puede y tiene en sus manos para lograrlo. Yo me digo a mi misma: “¡vamos Titina!, tienes que seguir adelante”. Sé que hay días difíciles o malos, pero me miro al espejo y recuerdo que de mí depende mucha gente. Personas que tienen muchos sueños y se apoyan en todo lo que nosotros estamos haciendo con la industria de la moda, así que apenas sospeche que tengo un dejo de desánimo no me lo permito.
Si de alguna manera me gustaría que me recordaran, más allá de la moda, es como a una persona solidaria. Mi abuela era carismática y mi abuelo todos los viernes pasaba consultas gratuitas para los pacientes que no tenían cómo pagarlas. Te imaginarás para una niña pasar su infancia viendo todo eso. Yo no era de las niñas que las llevaban al parque. Mis paseos eran ver a los enfermos, ir al Centro Médico, ayudar a recolectar para las misiones; a mí me encantaba. Era la que más recogía, eso era mi vocación. Así mismo, mi tía Mercedes Carrillo colocaba en todo el frente de su casa un escritorio, se hacían colas de personas para pedir ayuda para que le consiguiera medicamentos. Yo sigo ese legado y trato a través de la moda, de mis dibujos, y mis talentos, de todo lo que me apasiona y lo que considero es mi vocación, ayudar a las personas, así como también a contribuir en pro de la naturaleza. Todo lo que hago lo hago porque me gusta y me hace feliz, como despertarme y ver el sol cada mañana, cocinar, ocuparme del jardín y decorar la casa; pues soy una ama de casa empedernida.
De todas estas maneras siento que me comunico. En este gran canal de comunicación a través de la moda, en cada uno de los programas donde participo, desde mis libros y dibujos. Y desde este gran caleidoscopio de mi vida.