No tengo un sueño preciso ahora. Quizás algún día llegue a liderar un grupo de programadores en una empresa o desarrolle una idea propia, no necesariamente en tecnología. Me gustaría dedicarme a algo que me diera cierta independencia, que me permita hacer otras cosas que me llenen, como hacer esquí, patinar, surfear.
Siempre he estado dividido entre querer hacer cosas convencionales, como desarrollar aplicaciones, analizar, resolver problemas, lo cual me gusta mucho, y querer hacer cosas alternativas, como algún deporte extremo. A veces me imagino trabajando en lo que hago y a la salida yéndome un rato a la playa a surfear o a la montaña a lanzarme en una tabla de snowboard, eso sería fantástico.
En mí hay un sentimiento constante de inconformidad. Me fastidia la monotonía. La curiosidad es algo que me caracteriza. Siempre ando buscando opciones diferentes, ir más allá de estar sentado programando todo el día.
Creo que lo bonito del software y la programación es que puedes romper con lo que no estás de acuerdo del sistema. En cierta forma implica ser anárquico sin tener que estar por ahí rompiendo cosas, ni dañando a alguien o destruyendo, sino que lo haces de una forma constructiva, tan solo con una computadora, internet y un editor de texto. Rompes con lo establecido creando, desde una aplicación de teléfono hasta una página web o recreando una realidad virtual.
Pienso que la cuestión está en buscar la felicidad pero nunca encontrarla. Es así como lo percibo en mi carrera de programación y en el deporte, siempre hay un nuevo reto. No todo está acabado y eso es perfecto, porque es lo que me mantiene aprendiendo. Descifrando el código, descubriendo.
Con el tiempo he visto que la vida es demasiado frágil, un día estás, otro no, nunca sabes cuándo pasará. Siempre tienes que tener un plan a largo plazo, pero no puedes sacrificar todo tu presente por eso. No estoy diciendo con esto que haya que gastarse todos los cartuchos hoy, pero debe haber un balance, es decir, proyectarte pero también vivir el ahora. No se puede cometer el error de postergar la vida.