Creo que las pequeñas acciones generan grandes cambios, sobre todo si nacen de uno mismo. A veces la gente hace las cosas esperando recibir dinero o un favor a cambio, pero esto no debe ser así. Siempre tenemos que hacer las cosas que nos nacen del corazón.
Mi abuela nos enseñó a hacer el bien para todos y no solo para uno mismo o su familia. Era de las que si alguien no tenía comida ella le daba, si no tenía ropa nos decía: “Vamos a llevarle algo”, si faltábamos el respeto nos decía: “¡Epa! Así no son las cosas”. Nos fue demostrando que esto es lo primero en una persona. Isidra es mi inspiración, ¡por todo! Daba lo que tenía sin recibir nada a cambio y eso la llenaba, no le importaba. Si hubiera conocido nuestra aplicación estaría súper orgullosa de Fors, porque no buscamos nada a cambio.
Queremos demostrar a todas las personas que se puede dar algo más, como un sentimiento o un buen gesto, cien por ciento voluntario. Nada obliga a los usuarios a realizar ese favor.
En el menú principal de la aplicación están las palabras: Dar y Solicitar. El que presione Solicitar puede pedir ayuda para solucionar algún problema que se le presente en cuanto a transporte, alimentación y hogar. Y en la opción Dar, la persona puede aceptar alguna de las solicitudes y hacer el favor. Al terminar ese servicio, los usuarios se calificarán mutuamente con un tipo de valor o antivalor de los que aparecen en una lista.
Por ejemplo, hay un niño en la comunidad que necesita una clase de inglés para la semana que viene porque tiene un examen y no prestó mucha atención en el salón, entonces la madre emite una solicitud preguntando quién puede darle la clase de inglés a su hijo para tal hora y tal fecha, y cualquiera de los miembros de esa comunidad puede aceptarla y prestar el servicio; así se van uniendo un poco más. Muchas veces en nuestra comunidad solo conocemos el que vive al lado, el vecino, pero no pasa de ahí.
Aunque llegué al Technovation pensando que era un curso de computación, descubrí que las clases eran más de lo que esperaba. ¡Me quedé sorprendida! Nunca pensé que la tecnología era para mí, pero la forma como me desenvolví haciendo Fors hizo que me sintiera segura del trabajo.
No voy a mentir, no fue nada fácil porque una semana antes de entregar el proyecto se nos borró toda la aplicación. Todas teníamos el ánimo por el piso. Lloramos, fue muy difícil. Decíamos: “¡Cómo vamos a hacer en una semana lo que hicimos en tres meses!”. Algunas tenían que exponer, presentar la tesis y un millón de cosas más, pero yo no me rendí.
Tuve que dejar un poquito de lado la universidad, irme temprano y medio estudiar si tenía un examen. Muchas se retiraron y yo fui la única que quedó. Y cuando dijeron los resultados… ¡Ay Dios!… ¡La lloradera! Me di cuenta de que era el momento de recoger los frutos de todo lo que sembramos.
Incluso, el día de la presentación una persona se nos acercó y nos dijo que estaba muy interesado en nuestro trabajo porque no solo iba a poder conocer los datos, sino la interacción de cada integrante de la comunidad, la personalidad, las formas de comunicarse y hasta cómo conectarse con ellos. Pienso seguir desarrollándola y también unir tecnología y medicina, porque veo que se puede hacer.
Ahorita estudio Enfermería, pero graduarme de médico es la meta que me quita el sueño. Desde niña cuando me preguntaban: “¿Qué quieres estudiar?”, yo decía: quiero ser médico, “¿Qué le vas a pedir al Niño Jesús?”, “Un kit de doctora”, y siempre fui así porque veía que muchos integrantes de mi familia se enfermaban. Mi papá murió de leucemia y mi abuela de cáncer.
Soñaba que si yo era doctora salvaría a mi papá o a mi abuelita. Aunque en realidad, sueño con muchas cosas para ayudar a las personas y para hacer de este mundo un lugar distinto. Aprendí que crecer en una comunidad donde hay interacción entre las personas, unión, respeto y buenos valores, siempre es mucho mejor para vivir.