Un día desperté en la playa. Fue una sensación extraña. Era como si estuviera reconociendo todo por primera vez. Ahí estaba mi hija, el mar… La sensación fue de un despertar a mi vida.

De manera constante la vida nos coloca en situaciones donde urge tomar una decisión. Por lo general tardamos tiempo en tomarla. En especial cuando no nos sentimos conformes con la vida que llevamos. Esto suele suceder cuando comprometes y entregas toda tu energía en solo trabajar o dar respuestas a otros y no a ti mismo. Hasta que un día te das cuenta de que el cachorrito que le regalaste a tu esposa creció, y que casi no compartes con tus hijos. Y de pronto te sorprendes cuando un día tu hijo te dice: “papá no te conozco”. Tal como yo le dije a mi padre cuando tenía alrededor de cuatro años. Entonces comienzas a cuestionar todo. Te empiezas a hacer preguntas: ¿cómo es la vida normal? La vida normal no es estar pensando en todo el compromiso y las respuestas que tienes que entregar a los demás. Cuando te das cuenta de que no has vivido por hacer las cosas según como te parecen deben ser, que no has disfrutado los momentos con tu familia. Te das cuenta de que olvidaste sentir el mar, escuchar a la naturaleza. En definitiva, que no has vivido. Es un momento de decisión: te quedas y te ahogas o avanzas y lo logras. Y sales victorioso.

La única forma de tener éxito en la vida es tomar acciones para resolver un problema. Hay que tomar la decisión de hacer lo que sabes que tienes que hacer. La vida es tu capital, es lo único que cuenta y no el carro ni la cuenta bancaria. Son varias situaciones las que detonaron en mi vida la urgencia de actuar y son muchas las razones para tomar la iniciativa de hacer algo y generar esa llamada en cada ser. Descubrir esos detonantes que se producen por lo que vives. Por tus experiencias y cómo se traducen en acciones para el futuro. Hay una receta muy sencilla que es cultivar el pasado y provocar el futuro y eso no es muy fácil de hacer así con las manos. Necesitas una herramienta, un espacio que te invite a hacerlo, de ahí surge mi iniciativa de crear ese espacio donde las personas puedan publicar sus experiencias y sus sueños. Ese espacio es Uriji Jami. Tienes que cultivar el pasado y el futuro. Si tú no sabes cuáles son mis sueños y mi pasado, tu relación conmigo no es la misma que si lo sabes. Es un detonante para decirte que está ocurriendo algo. Hay mucha gente que se aprovecha de la tecnología para vender ilusiones, no es lo mismo que soñar o imaginar. Vender ilusiones es vender mentiras. Ante esa situación hubo en mí una especie de reacción y sentí que tenía que actuar.

La función de Uriji Jami es impulsar a la gente a que exprese su sueño. Al expresarlo empieza a darse algo interesante y es el flujo. En Uriji publicas tus sueños y al mismo tiempo tus experiencias. Muestras tu potencial, tu capacidad de vivir, tu capital, entonces se da el intercambio. Lo importante es esa línea blanca entre tus sueños y tus experiencias, el otro que entra en Uriji y se encuentra con tu perfil descubre tu potencial y capacidad. Se genera una relación, una conexión. Comienzas a interactuar con el otro sobre tus propios sueños y experiencias. Debes poder generar recuerdos para el futuro, y hay que decirlos para saberlos. Si no dices tus sueños no los concretas. Y si no lo publicas nadie lo sabe. ¿Cómo quieres que algo pase si nadie conoce tu sueño? ¿Cómo saber qué necesitas? Tú debes poder generar recuerdos para el futuro. Si quieres tener éxito tienes que concretar tus sueños, decirlos, publicarlos.

En este momento mi sueño es lograr el balance. Estabilizar las actividades económicas, Uriji. Lo personal. Si buscas el balance perfecto quizás sea la muerte, pero el balance depende muchísimo de la gente que te rodea y eso es algo que vas descubriendo. Me gustaría constituir un equipo de personas que puedan lograr encontrar su propio balance.

Mi madre en su trabajo de teología y filosofía dice: “la imaginación hace la acción posible o practicable”. Eso es cierto, y es algo que he ido descubriendo poco a poco. Cuando imagino algo ya eso está en mí y me coloca en la posición concreta de actuar.

Escritura:
María Milián
Fotografía:
Astrid Hernández
Lugar:
Country Club, Caracas
Fecha:
3.2.2017
Hay una receta muy sencilla que es cultivar el pasado y provocar el futuro y eso no es muy fácil de hacer así con las manos.
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