Ser la única mujer en la cancha me hacía sentir bien. Todos los días dejaba las muñecas y me venía a jugar fútbol. Mi mamá era delantera, mi tía era defensa y mi abuela era arquera y entrenadora antes de que yo naciera. Cuando había campeonatos por aquí, en San Isidro, Petare, ellas eran las primeritas que estaban en la cancha.

Cuando tenía ocho años, mi mamá vio que me gustaba patear el balón, me trajo con mi hermano a la cancha y comencé a jugar con los varones. A los diez años murió mi hermano y dejé de jugar, me sentía demasiado mal. Un día el entrenador me preguntó si quería seguir jugando y empecé con el grupo de las mujeres. Allí soy delantera.

Mis papás se separaron cuando yo tenía seis años. Seguí conversando con mi papá y a veces hasta nos íbamos de viaje, él es de Oriente y vive en Margarita. Somos cuatro hermanos más dos hijos mayores de mi mamá, pero que él crio y que lo quieren como a su papá.

A mi papá no le gusta que yo juegue fútbol, dice que eso es para hombres. Le digo que nosotras nos sentimos libres jugando, que nos gusta y que somos una familia. Tengo amigas que quieren jugar pero sus padres no las dejan. A una de ellas su papá se lo prohibió completamente. Hablé con el papá de otra y la dejó jugar con nosotras. Ahora me pasa a buscar todos los días: ¡Vamos a practicar, vamos a practicar!

Mi hermano tenía 17 años cuando murió, era el mayor. Yo era muy pegada a él. Un día lo llamaron y le dijeron que bajara de la casa, y cuando bajó, le dispararon. Nos dijeron que él estaba allá abajo tirado, mi mamá estaba trabajando y después de una hora fue que pudimos decirle porque no teníamos cómo localizarla. Ella salió corriendo, lo llevamos al hospital pero no lo operaron a tiempo. Me gustaría hacer lo que él no pudo, llegar lejos y terminar mis estudios.

Ahora yo cuido a mis hermanos, no me siento como una mamá sino como una hermana mayor. Son tremendos. Yo también lo era, me escapaba de mi casa y me castigaban, me venía a jugar a la cancha o me iba para la casa de mi tía, todos los días ponía a mi mamá a correr.

Mi mamá es un modelo a seguir, nos sacó adelante desde que se fue mi papá. Cuando nos sentimos mal ella habla con nosotros, nos aconseja. Aunque a veces no tenga dinero, trabaja y consigue la manera de que tengamos nuestras cosas del colegio. Yo la ayudo en la casa, estudio y dejo la comida lista antes de irme al entrenamiento para que cuando ella venga coma, porque llega demasiado cansada. Ayudándola a ella, me ayudo a mí.

Antes de que aumentaran el precio del pasaje de autobús yo estaba practicando en el equipo de la Universidad Metropolitana, todavía me tienen fichada y me han llamado para ver si voy a seguir yendo pero no lo sé. También me eligieron para el de Petare y el de Mesuca, pero ellos no tienen transporte para buscarme y yo no tengo transporte para ir. Son treinta mil bolos en efectivo que prefiero guardar por si alguno de mis hermanos lo necesita para ir al colegio. 

Me gustaría estudiar Diseño de Modas. Desde chiquita me ha gustado tanto como el fútbol, le hacía uniformes de fútbol a las muñecas, agarraba mi ropa y la destruía para hacer los vestidos y las peloticas de ping pong las pintaba como un balón. Tengo una libreta llena de dibujos de camisas, trajes de baño, vestidos, ¡mi mamá se la enseñaba a todo el mundo!

Admiro a mi entrenador, ¡juega demasiado fino! Quiero jugar como él. Es cariñoso, nos apoya bastante, no tiene preferencias por ninguna sino que a toditas nos ayuda de la misma manera, nos enseña por igual.

La libertad que siento en la cancha también la siento cuando bailo. Mi hermano mayor bailaba electro house, yo aprendí viéndolo y hago cosas que él ni siquiera sabía hacer. Mi hermana chiquita se la pasa conmigo. Si tuviera que darle un consejo le diría que siguiera sus sueños, que no los dejara pasar, que estudie, aunque a ella le gusta estudiar más que a mí, todos los días hace la tarea y se viene a jugar fútbol, igual que yo.

Siento alegría cuando toco el balón y juego con las muchachas, también cuando veo jugar al Fútbol Club Barcelona. Hay que disfrutar la vida porque uno no sabe en qué momento se va a ir de este mundo, o qué va a pasar después. Lo más importante es disfrutar el momento.

Escritura:
Odri Albornoz
Fotografía:
Fernanda González
Lugar:
Petare, Caracas
Fecha:
16.5.2018
Nos sentimos libres jugando.
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