Nací en Caracas el 30 de mayo de 1986, ese día se jugaba una final del Mundial de fútbol y la gente vino a conocerme después de que terminó el partido. Todos los recuerdos de mi infancia son en la Urbanización Miranda, donde crecí. Allí hice amigos de los que son para toda la vida. Están todos fuera del país pero nos mantenemos en contacto gracias a la tecnología.

Tuve la oportunidad de estudiar afuera, pasé dos años y medio en Italia. Me fui con un programa de intercambio de la Universidad Simón Bolívar para estudiar Ingeniería del cine y de los medios de comunicación en el Politécnico de Torino. Me quedé más tiempo y me gradué en Italia, luego volví y me gradué en Venezuela.

Siempre me he enfocado en mirar hacia adelante o en lo que estoy viviendo, eso me permite no quedarme atrapado en las sensaciones de tristeza o melancolía, aunque están, pero que no son el foco. 

Recuerdo que de niño veía un programa de humor en televisión que se llamaba Whose Line Is It Anyway? en donde hacían juegos de improvisación y la risa me desbocaba, no podía entender cómo eran tan genios creando desde la nada. Por esos días me invitaron a un show de Improvisto, dije: “aaah, esto es lo que veo en Televisión” y sentí que podía hacerlo.

Hace cinco años comencé a hacer improvisación teatral. Una de las reglas para poder avanzar es aceptar la propuesta del compañero y sumar. Es justo lo que yo hago en la realidad: aceptar las condiciones que vienen, lo que la vida te presenta, sumar lo que uno puede aportar y sacar lo mejor de cada situación.

En ese período trabajaba en una oficina. ¡Cuántas veces en una oficina la gente no se escucha! La impro me enseñó a no criticar o negar una idea de una vez cuando puedo escuchar, proponer algo y entre dos o más sacar una mejor idea. Son técnicas para contar historias que traducidas a filosofía de vida son poderosísimas, entre esas está el abrirse al cambio, escuchar a los demás, lanzarse al vacío y muchas más.

Con la impro y con la vida no nos podemos frenar en que las cosas no salieron como nosotros queríamos, sino en que esto es lo que está pasando. No le puedes decir al público: “¡Ya va! Cinco minutos más para calentar”, igual como en la radio estamos “al aire”, tienes que resolver. A lo mejor no saldrá el mejor programa todos los días o la mejor función, pero salió.

Con grupos de improvisación hay que trabajar en conectarse, entrar en la misma onda, la misma sincronía y energía. Hay casos puntuales donde se trabaja la improvisación en unipersonales, pero en general la impro es una disciplina donde dependes del otro.

He pasado de ser muy mental y analítico a ser más intuitivo, seguir el impulso, lo que el cuerpo dice. Desde esas dos partes del cerebro puedo hacer impro, desde esa dualidad.

En el año 2017 a raíz de las protestas en el país y una invitación a la boda de un amigo, me fui a Nueva York. Me quedé tres meses y medio trabajando como mesero para mantenerme y poder estudiar impro, hacer talleres y presentarme. Eso fue una inyección de energía, cuando volví dije: “¡Vamos con todo!”, y comenzamos a dar talleres de improvisación teatral.

Disfruto enseñar. Me hace feliz preparar las clases, hacer que la otra persona entienda, le dé su propia interpretación. Abrir puertas. Así como otros me abrieron las puertas a mí, yo siento que tengo el deber de hacerlo con otros.

¡Y una última cosa! Me gusta mucho el café con leche en el desayuno. En Italia conocí la cultura del café. Fui refinando el paladar y entendiendo que no es echarle café, leche y azúcar sino que hay muchas maneras de llegar a este producto. El café se fue convirtiendo en una pasión, buscar cafés distintos, ir a sitios donde pueda tomar un buen café, al estilo italiano, como este ristretto.¡Gracias!

Escritura:
Odri Albornoz
Fotografía:
Susana León
Lugar:
Colinas de Bello Monte, Caracas
Fecha:
18.10.2018
Sumar lo que uno puede aportar y sacar lo mejor de cada situación.
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