Me crié en un ambiente muy humilde. Mis padres se separaron cuando yo tenía cuatro años, y mi madre consiguió que se le asignara un tráiler de los que se utilizaron en los juegos panamericanos en los ochentas. Era un conjunto de nueve o diez trailers, equipados y acondicionados para vivienda. Viví en uno de ellos junto a mi madre desde los cuatro hasta los nueve años. Aunque teníamos carencias, dado que mi padre no estaba y mi mamá trabajaba sin descanso, fueron unos años muy felices para mí que quedaron en mi memoria, como un espacio de disfrute sano y sin malicia. Volaba papagayo, jugaba con el trompo, con las metras. Vivía puertas afuera, el juego era nuestro lenguaje. Ya desde esos años la sonrisa me acompañó, y ¡no se ha desvanecido!  

Siempre he sido muy alegre y he tenido el don de disfrutar lo que hago. Me considero multifacética. Me gradué en una escuela técnica en Electricidad. Seguí profundizando en Electricidad en la universidad,  monté junto a mi esposo un taller de pintura automotriz, y ahora coso. En todos los  trabajos en los que me desempeño pongo el corazón. Mi mayor gratificación es ver satisfecha a la persona que recibe lo que hago. Ese es mi mejor pago. Mi motivación es otra, es ver la satisfacción por el trabajo bien realizado, sentir que al otro le será útil o le agrada lo que de mis manos recibe. Me gusta que todo lo que hago sea especial, me esmero en ello.

Pasar del trabajo mecánico a la costura fue un reto, pensé que no tendría la delicadeza para realizar ese trabajo, creía que me faltaría la habilidad. Es un trabajo delicado, y yo, que siempre había realizado trabajos pesados, quebraba las agujas como si fueran galletas. Pero poco a poco le fui agarrando el tumbao. Me ha ayudado a trabajar mi paciencia, me dedico por entero a una pieza y a darle el acabado preciso. En todo lo que hago tengo esa actitud dedicada, buscando dar lo mejor de mí. En la iglesia, donde soy pastora; en el terrenito, en el que junto a mi esposo criamos conejos; en la cocina, en la que me encantan ingredientes naturales que dan sabor y aroma: como el cilantro, el ajo, el ají, la cebolla. Como dice mi esposo, ¡me adapto a todo tipo de terrenos! Paso de botas de seguridad que utilizo en el taller, a las botas para cortar árnica o pira para el alimento de los conejos, a los tacones para asistir a reuniones con los pastores, a los zapatos cómodos para coser en casa. Soy multifacética, con la constante de la pasión que imprimo en lo que estudio o trabajo. Al estudiar dejo todo mi conocimiento de lado y me vuelvo una esponja dispuesta a recibir. 

Cuando veo un obstáculo no me rindo, yo digo: “sí se puede”. Mi esposo me dice que soy una criatura extraña. Si no se puede por aquí, se puede por allá, si no hay carro, camino, y si está lloviendo me tapo y si no, me mojo, pero las metas se persiguen sin descanso. Lo que tengo que hacer es ordenar un poco la agenda, porque sé que todo lo que hago es bueno, pero organizando los tiempos puedo dar mi máximo en todo lo que me involucro. 

Creo que Dios nos regala dotes, el mío es el don de gente y mi deseo es ayudar a la mayor cantidad posible de personas a encontrar su propósito en la vida. Eso es lo que más me retroalimenta, darte cuenta de que gente a la que has ayudado a salir de las drogas o de ser víctimas de abuso, crece, hacen lo que les corresponde, y retoman sus vidas con un nuevo impulso.

En la biblia, Pablo dice que el evangelio es poder de salvación. Esa es mi motivación, el poder ayudar a mucha gente a encontrarse con Dios. En este momento hay muchas necesidades, no son solo económicas, sino emocionales y espirituales. 

Mi gentilicio es guarenera y en estos momentos me enfoco en mi ciudad, ayudando a construir y no destruir, buscando cambios para bien, indistintamente del bando, no se trata de una posición política, ni de un pensamiento religioso, sino que realmente podamos con empeño, aportar. Yo soy venezolana, y pido a Dios porque todos los venezolanos podamos estar bendecidos. Que seamos de nuevo un equipo, sin rivalidades, porque si todos los venezolanos nos unimos, ¡podemos ser un tremendo equipo! 

Escritura:
Mariana Maneiro
Fotografía:
Pedro Tovar
Lugar:
Guatire, Venezuela
Fecha:
17.6.2019
Me gusta que todo lo que hago sea especial, me esmero en ello.
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